La sensación que tuve al
recibir la noticia de que estaba embarazada, la voy a recordar para toda la
vida…, y ¿quien no se acuerda de esa sensación?.
Todas hemos soñado con ese
momento, como si fuera un cuento de hadas, es como si ya nos lo hubieran
enseñado desde niñas, y esperas con ilusión el día soñado.
Por mi parte, he de decir
que desde que me casé (en el 2006), siempre soñé con tener mi primer bebé, pero
por cosas de la vida, no podía tener hijos, al final, después de cuatro años de
mucho sufrir y mucho llorar, acudímos a la ciencia, y he de decir que la
espera, mereció la pena.
Recuerdo que estuve un año
entero de médico en médico, haciéndome pruebas, tomando medicamentos, etc… Y en
Noviembre llegó el día esperado… “Felicidades, vas a ser mamá”. No sabía si reír,
si llorar, ni donde ir. Lo primero que hice fue buscar a mi marido, y cuando lo
encontré, me abracé a él y empecé a llorar de la misma emoción, después reía,
pero seguía llorando. Imaginaros, cuatro años luchando para ese gran momento,
creo que es más que normal, y la verdad, me daba igual lo que pensara la gente
que pasaba en ese instante por la calle, yo estaba felíz y quería gritarlo a
los cuatro vientos.
Después, lo que suele pasar,
empecé a llamar a toda la familia, primero a mi padre, luego a mi madre, luego
a mi hermana mayor, y así, a todo el mundo.
Fueron pasando los meses, a
los cuatro meses nos dieron la noticia de que venía al mundo una niña, y
conforme pasaba el tiempo, mi barriga iba creciendo como nunca, tal así, que en
el último mes de embarazo, el ginecólogo se asustó, y con bromas me dijo que si
la niña quería nacer ya, que no había ningún problema. Pero que perezosa no era
mi hija, que en vez de nacer el día 27 de Julio, nació el 1 de Agosto. Me
hicieron una cesárea, y la verdad, no estaba preparada para ello, en nueve
meses me mentalicé de que tenía que empujar, pero cuando rompí aguas, el ginecólogo
me dijo que la niña estaba incómoda, y que me tenían que hacer la cesárea. No voy
a mentir, estaba (y con perdón) cagada de miedo, pero el mal rato mereció la
pena, porque cuando “sacaron” a mi hija, todos los que estaban en el quirófano,
me refiero a los médicos, enfermeras, cirujano, ginecólogo, etc…, gritaron a la
misma vez: “¡¡Pero si es rubia!!”, y cuando la ví por primera vez con esos
ojitos abiertos de par en par, tan bonita… le dije “Hola bonita” y me puse a
llorar.
Cuando pasó unas horas, me
llevaron a la habitación, y entonces fue cuando la ví, que hermosa, grande, que
carita, lo primero que salió de mi boca fue: “Jose, que sepas que me he
enamorado de tu hija”, acto seguido le dí un besito en sus pequeños labios, y
bajito le dije: “Bienvenida al mundo Natalia, bienvenida”.
Pero claro, no es oro todo
lo que reluce, pues mi hija, como diría mi padre, ha tenido la mala pata, de
nacer en una familia poco “pudiente”, y gracias a la familia y asociaciones
tipo Cáritas, Adevida, etc…, mi niña ha podido tener lo necesario para
sobrevivir, como ropa, juguetes, pañales, etc…
Por otra parte, nosotros,
sus padres, hemos tenido que agudizar el ingenio, y exprimirnos la cabeza al máximo
para llevar la vida de nuestra niña lo mejor posible, y no me refiero a que la
niña sea mala, no, es muy buena, pero me refiero a la hora de hacer cosas para
y por ella.
Y por eso estoy aquí, porque
en mi etapa de embarazo, he podido observar muchos blog’s de padres que hablan
de sus bebés y de lo que necesitan, pero ningún blog en concreto dice lo que
verdaderamente necesita, y como puede apañarse un padre o una madre si no
dispone de una economía, llamémosle… “decente”. De un 100%, sólo un 10% (y
mucho es), hablan sobre esto, y como me ha parecido bastante escasa la
información, he querido colaborar con la causa, y aportar mi granito de arena.
Pero antes de empezar con
esta aventura, quería pediros ante todo una disculpa por mi forma de escribir,
tal vez tenga alguna errata, alguna falta de ortografía, y hasta incluso sea
demasiado sincera a la hora de expresarme, por eso, pido ante todo una
disculpa.
Con esto, no termino, si no
que empiezo una pequeña ayuda a aquellos padres, que no se pueden permitir
ciertas cosas y lujos para el cuidado de su bebé.
Espero que les guste,
atentamente:
Didy.
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